Estableció relaciones diplomáticas con diversos países, entre estos Gran Bretaña y Colombia; y constituyó la marina de guerra que liberó a San Juan de Ulúa de los últimos españoles en el país. Afrontó la contradicción entre la libertad de expresión y prensa y la intolerancia religiosa. Joaquín Arena, organizó una rebelión. Victoria la sofocó y firmó el decreto de expulsión de los peninsulares (1827). Al término de su mandato. Dejó la presidencia a Vicente Guerrero en 1829, designado a ese puesto por el Congreso tras el triunfo del Plan de Perote. Murió en el hospital del Castillo de Perote.
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